Objetivo Transpyr en BTT

Ya estamos de lleno en la última semana previa a Transpyr Travesía dos Mares 2014. Una de las mayores aventuras en btt que se pueden disputar en el calendario del ciclismo de montaña catalán y europeo. 785 kms que separan la bahía de Roses y el puerto de Hondarribia. 18.250m. D+ para unir el Mediterráneo con el Cantábrico a realizar en 7 jornadas seguidas de pedaleo continuo.

No cabe duda que es el mayor desafío al que me habré enfrentado hasta el momento. 7 etapas con su esfuerzo y su descanso. Con su cansancio y su recuperación. Con sus puertos empinados y sus trialeras de bajada. En definitiva muchas horas encima de la bici salvando todo tipo de obstáculo y viviendo un sinfín de sensaciones.

El camino para llegar hasta aquí ha sido largo. Quedan atrás muchos meses de preparación, de entrenos, de sesiones distintas para llegar en el mejor estado de forma posible a esta semana. Ha habido competiciones, jornadas duras, horas largas de frío, lluvia, barro…. Con el único deseo de poder llegar a la línea de salida de Roses. Otra cosa será alcanzar la línea de meta.

Llegar al inicio ya es un primer objetivo conseguido y que no es fácil en sí mismo. Sobrevivir a los preparativos no es tarea baladí. Una semana en bici por el Pirineo no está exenta de un sinfín de previsiones y a su vez de imprevistos. Llegar a controlar toda esa incertidumbre convierte esta semana en decisiva.

Tengo ya el sofá del estudio lleno de material diverso. Todo escampado para visualizar que no me dejo nada. Por un lado el material obligatorio, por otro el habitual, además el recomendado, también la suplementación. Y si eso no fuera poco, la bici tiene que estar en perfecto estado de revista, como si acabara de salir del almacén del distribuidor. Cambio de pastillas, mejor las refrigeradas que las otras. Viendo el flanco del neumático trasero, mejor acudir a nuevas gamas con mayor refuerzo. Y la transmisión, tratar que vaya fina y limpiar hasta los últimos rincones de cada pieza. Y engrasar, evitar que haya ninguna fricción que conlleve el mínimo molesto sonido.

Dejando a un lado todo el componente logístico que lo hay y a raudales. Centrándome en lo que atañe al capítulo meramente deportivo, aquel en el que siempre nos fijamos y que obviamente tenemos en cuenta para afrontar un reto como el que nos ocupa, tengo que admitir que llego a este momento en el mejor estado de forma que podía esperar y con las mejores sensaciones que podía tener. Este es un análisis particular de cada uno. Cada uno sabe si ha hecho todo lo posible, todo lo que estaba en sus manos para afrontar con garantías este gigante disfrazado de molino de viento. Yo creo haber hecho todo lo posible. No sé si podría haber hecho más o si podría haber hecho mejor. Sea como fuere me embarco con la mochila llena de horas de trabajo encima de mi Spe. Los últimos test atestiguan agilidad en el pedaleo, buena cadencia, pulsaciones bajas y fuerza muscular. No sé si suficiente todo ello pero sí con lo que cuento ante la línea de salida. Y es que me cuesta encontrar algún resquicio de tiempo más que poder haber empleado en mi empeño por llegar aquí y ahora, o sea que nada se puede exigir al que todo lo ha intentado, quien hace todo lo que puede, no puede hacer más.

Así estamos, deshojando la margarita. Acabando de convivir con esas horas de incertidumbre y con la mirada puesta en ese despertar en la bahía de Roses camino de Camprodón.

IronmanYa estamos de lleno en la última semana previa a Transpyr Travesía dos Mares 2014. Una de las mayores aventuras en btt que se pueden disputar en el calendario del ciclismo de montaña catalán y europeo. 785 kms que separan la bahía de Roses y el puerto de Hondarribia. 18.250m. D+ para unir el Mediterráneo con el Cantábrico a realizar en 7 jornadas seguidas de pedaleo continuo.

No cabe duda que es el mayor desafío al que me habré enfrentado hasta el momento. 7 etapas con su esfuerzo y su descanso. Con su cansancio y su recuperación. Con sus puertos empinados y sus trialeras de bajada. En definitiva muchas horas encima de la bici salvando todo tipo de obstáculo y viviendo un sinfín de sensaciones.

El camino para llegar hasta aquí ha sido largo. Quedan atrás muchos meses de preparación, de entrenos, de sesiones distintas para llegar en el mejor estado de forma posible a esta semana. Ha habido competiciones, jornadas duras, horas largas de frío, lluvia, barro…. Con el único deseo de poder llegar a la línea de salida de Roses. Otra cosa será alcanzar la línea de meta.

Llegar al inicio ya es un primer objetivo conseguido y que no es fácil en sí mismo. Sobrevivir a los preparativos no es tarea baladí. Una semana en bici por el Pirineo no está exenta de un sinfín de previsiones y a su vez de imprevistos. Llegar a controlar toda esa incertidumbre convierte esta semana en decisiva.

Tengo ya el sofá del estudio lleno de material diverso. Todo escampado para visualizar que no me dejo nada. Por un lado el material obligatorio, por otro el habitual, además el recomendado, también la suplementación. Y si eso no fuera poco, la bici tiene que estar en perfecto estado de revista, como si acabara de salir del almacén del distribuidor. Cambio de pastillas, mejor las refrigeradas que las otras. Viendo el flanco del neumático trasero, mejor acudir a nuevas gamas con mayor refuerzo. Y la transmisión, tratar que vaya fina y limpiar hasta los últimos rincones de cada pieza. Y engrasar, evitar que haya ninguna fricción que conlleve el mínimo molesto sonido.

Dejando a un lado todo el componente logístico que lo hay y a raudales. Centrándome en lo que atañe al capítulo meramente deportivo, aquel en el que siempre nos fijamos y que obviamente tenemos en cuenta para afrontar un reto como el que nos ocupa, tengo que admitir que llego a este momento en el mejor estado de forma que podía esperar y con las mejores sensaciones que podía tener. Este es un análisis particular de cada uno. Cada uno sabe si ha hecho todo lo posible, todo lo que estaba en sus manos para afrontar con garantías este gigante disfrazado de molino de viento. Yo creo haber hecho todo lo posible. No sé si podría haber hecho más o si podría haber hecho mejor. Sea como fuere me embarco con la mochila llena de horas de trabajo encima de mi Spe. Los últimos test atestiguan agilidad en el pedaleo, buena cadencia, pulsaciones bajas y fuerza muscular. No sé si suficiente todo ello pero sí con lo que cuento ante la línea de salida. Y es que me cuesta encontrar algún resquicio de tiempo más que poder haber empleado en mi empeño por llegar aquí y ahora, o sea que nada se puede exigir al que todo lo ha intentado, quien hace todo lo que puede, no puede hacer más.

Así estamos, deshojando la margarita. Acabando de convivir con esas horas de incertidumbre y con la mirada puesta en ese despertar en la bahía de Roses camino de Camprodón.

IronmanYa estamos de lleno en la última semana previa a Transpyr Travesía dos Mares 2014. Una de las mayores aventuras en btt que se pueden disputar en el calendario del ciclismo de montaña catalán y europeo. 785 kms que separan la bahía de Roses y el puerto de Hondarribia. 18.250m. D+ para unir el Mediterráneo con el Cantábrico a realizar en 7 jornadas seguidas de pedaleo continuo.

No cabe duda que es el mayor desafío al que me habré enfrentado hasta el momento. 7 etapas con su esfuerzo y su descanso. Con su cansancio y su recuperación. Con sus puertos empinados y sus trialeras de bajada. En definitiva muchas horas encima de la bici salvando todo tipo de obstáculo y viviendo un sinfín de sensaciones.

El camino para llegar hasta aquí ha sido largo. Quedan atrás muchos meses de preparación, de entrenos, de sesiones distintas para llegar en el mejor estado de forma posible a esta semana. Ha habido competiciones, jornadas duras, horas largas de frío, lluvia, barro…. Con el único deseo de poder llegar a la línea de salida de Roses. Otra cosa será alcanzar la línea de meta.

Llegar al inicio ya es un primer objetivo conseguido y que no es fácil en sí mismo. Sobrevivir a los preparativos no es tarea baladí. Una semana en bici por el Pirineo no está exenta de un sinfín de previsiones y a su vez de imprevistos. Llegar a controlar toda esa incertidumbre convierte esta semana en decisiva.

Tengo ya el sofá del estudio lleno de material diverso. Todo escampado para visualizar que no me dejo nada. Por un lado el material obligatorio, por otro el habitual, además el recomendado, también la suplementación. Y si eso no fuera poco, la bici tiene que estar en perfecto estado de revista, como si acabara de salir del almacén del distribuidor. Cambio de pastillas, mejor las refrigeradas que las otras. Viendo el flanco del neumático trasero, mejor acudir a nuevas gamas con mayor refuerzo. Y la transmisión, tratar que vaya fina y limpiar hasta los últimos rincones de cada pieza. Y engrasar, evitar que haya ninguna fricción que conlleve el mínimo molesto sonido.

Dejando a un lado todo el componente logístico que lo hay y a raudales. Centrándome en lo que atañe al capítulo meramente deportivo, aquel en el que siempre nos fijamos y que obviamente tenemos en cuenta para afrontar un reto como el que nos ocupa, tengo que admitir que llego a este momento en el mejor estado de forma que podía esperar y con las mejores sensaciones que podía tener. Este es un análisis particular de cada uno. Cada uno sabe si ha hecho todo lo posible, todo lo que estaba en sus manos para afrontar con garantías este gigante disfrazado de molino de viento. Yo creo haber hecho todo lo posible. No sé si podría haber hecho más o si podría haber hecho mejor. Sea como fuere me embarco con la mochila llena de horas de trabajo encima de mi Spe. Los últimos test atestiguan agilidad en el pedaleo, buena cadencia, pulsaciones bajas y fuerza muscular. No sé si suficiente todo ello pero sí con lo que cuento ante la línea de salida. Y es que me cuesta encontrar algún resquicio de tiempo más que poder haber empleado en mi empeño por llegar aquí y ahora, o sea que nada se puede exigir al que todo lo ha intentado, quien hace todo lo que puede, no puede hacer más.

Así estamos, deshojando la margarita. Acabando de convivir con esas horas de incertidumbre y con la mirada puesta en ese despertar en la bahía de Roses camino de Camprodón.

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